En 2 o 3 cosas que sé de ella (Godard, 1967) “ella” es la Región Parisina pero también es Juliette Jeanson (Marina Vlady), una mujer común y corriente que habita en la Región. El film es, entonces, acerca de una y de la otra, de ambas. Se estructura alternando dos peculiares formas de documental. El documental acerca de la Región nos informa a qué intereses sirve en realidad la expansión urbana y edilicia de París con la excusa de albergar a la acrecida clase media baja. El documental acerca de Juliette nos la muestra como esposa y madre que cuida de su familia, y que por las tardes se prostituye para complementar el dinero que su esposo gana como mecánico de automóviles.
Marina Vlady, en 2 o 3 cosas que sé de ella
El narrador del documental sobre la Región es Godard mismo, pero no intenta que su voz suene como la de la autoridad académica en la materia: habla en voz muy baja, como participándonos un secreto, como queriendo aportar contexto, pero sin interferir en la intimidad de Juliette que intenta revelarnos. El secreteo reaparece también cuando, lejos de quedarse en la dimensión sociológica de su retrato de Juliette, nos introduce en la dimensión filosófica, más o menos consciente, de esa existencia aparentemente anodina. En la fantástica escena del pocillo de café vemos a Juliette en un boliche tratando de levantar un cliente, cruzando una y otra vez miradas con él. El fulano se la piensa mientras revuelve su café. Sucesivos encuadres nos muestran el café en la taza hasta que solo se ve el líquido oscuro y la espuma, o sea, el universo y una galaxia, mientras en off el secreteo del autor nos explica las preocupaciones de su personaje acerca de la utilidad del lenguaje y del sentido de la existencia. Si hubiera que demostrar, cosa por demás evidente, que como Godard no hay, bastaría con estos pocos minutos.
Pierre Clementi y Catherine Deneuve en Belle de jour
Curiosamente 2 o 3 cosas que sé de ella y Belle de jour, de Luis Buñuel, fueron filmadas en forma prácticamente simultánea, en torno a agosto de 1966 y en distintos barrios de París. Curiosamente también, tratan un mismo tema, aunque desde ángulos por completo diferentes. La de Buñuel, burguesa rica y aburrida, se prostituye por la tarde ansiosa por entregarse a los caprichos sexuales de desconocidos, en cambio, la de Godard, de clase media baja, se prostituye, por completo indiferente a los caprichos sexuales de sus clientes, simplemente para llegar al fin de mes con todas las facturas pagas. ¿Casualidad? Godard era un artista voraz de todas las formas de la actualidad. ¿Podía no saber que el gran Buñuel (al que rinde tributo explícito en Weekend) estaba filmando el libro de Joseph Kessel en ese mismo momento y en el mismo París? En mi opinión, Godard, improvisador genial si es que los ha habido en el cine, no supo abstenerse de ofrecer al tout Paris cultural la crítica política instantánea en forma de film estrenado casi simultáneamente, del regodeo buñueliano en los modos y maneras del erotismo burgués. Se puede afirmar que la intención de Godard debe de haber sido ofrecer al público un servicio de crítica cinematográfica en formato por demás novedoso. Los que le conocen la cabeza a Godard saben que esta hipótesis no tiene nada de aventurada.