Hace unos días mi hijo, adolescente, fan de la música “vieja”, me trajo a la memoria la canción “Mother’s Little Helper” de los Rolling Stones (Aftermath, 1966). Y volvió mi antigua fascinación por esa canción política, de tonada psicodélica y pegadiza, que dispara provocativamente una crítica, a priori, simpática.
La protagonista es una madre de familia que padece su condición de ama de casa y se refugia en los psicofármacos que el médico, aquiescente, le receta. Pero los ingiere en dosis superiores a las prescriptas y termina muriendo a causa de una sobredosis.
El video clip oficial que incluye la letra resalta el trabajo sobre ciertos estereotipos, que se pueden sintetizar como la mentalidad de una madre en crisis, en una época en que los roles de género empiezan a ser fuertemente cuestionados. También puede verse como el perfil de una drogadicta, que apela a los lugares comunes del horror de la vida cotidiana, para auto-justificarse y encuentra en las drogas prescriptas la vía regia para su entrega al exceso.
Abocarme al análisis de la letra de “Mother’s Little Helper” me condujo a una trama mucho más compleja de lo que la historia, en principio, sugiere. Mi primera intención fue aislar los estereotipos presentes y comentarlos. Pero a medida que mi escritura fue brotando, se impuso la necesidad de analizar los estereotipos implicados en la crítica de la vida cotidiana que presenta la canción.
De hecho, para interpretarla, es necesario identificar los elementos ideológicos a los que se opone y, a partir de ahí, a cuáles obedece. Poco se puede entender sin apelar a las discusiones que tenían lugar en los años sesenta acerca del uso de drogas, la oposición entre estilos de vida jóvenes y viejos, y los roles de género.
Fue necesario también someterme al análisis de mis propios estereotipos, especialmente los correspondientes a la actualidad, desde donde leo esta obra, cincuenta y cuatro años después de lanzada al mercado. El trabajo con estereotipos se reveló como un arma de múltiple filo. A continuación voy a señalar algunos.
Madre no hay una sola
La mujer, arquetípica, que protagoniza el relato de “Mother’s Little Helper” es una madre, una como tantas. La intención satírica hacia el consumo irresponsable de drogas legales es evidente. Dadas las diversas justificaciones que da a su conducta, la señora no parece consciente del peligro que corre. Si el médico prescribe, es legal. Incluso si ella maneja caprichosamente las dosis. ¿No se daba cuenta o su conducta era suicida?
Por otra parte, la canción responde a la crítica dirigida hacia los jóvenes consumidores de drogas ilegales por parte de sus mayores. Se suponía que las drogas psicodélicas abrían las puertas a otra realidad; menos convencional, más libre, conforme al deseo –entendido este en un sentido ingenuo y hedonista: lo que quiero, es bueno. Por oposición, los tranquilizantes estarían al servicio de la adaptación del sujeto al orden social, volviendo a las personas sumisas.
En el contexto de la confrontación generacional la defensa del consumo de drogas psicodélicas por parte de los jóvenes es el mensaje encriptado, inmediatamente evidente en su contexto original.
Utilidad de los anacronismos
Puesto que los estereotipos que el arte aborda pertenecen al imaginario de cada época, envejecen con el tiempo. Pero el análisis de viejos clichés no pierde vigencia, pues refleja los cambios en nuestra vida cotidiana que, a simple vista, por su gradualidad, no percibimos.
En primer lugar, hoy en día, con la aceptación generalizada y acrítica del accionar médico-farmacológico, un panfleto que denuncia sus abusos, como “Mother’s Little Helper”, no logra un alcance masivo. ¿Quién se atrevería? ¡Mirá si nos niegan la vacuna contra el coronavirus!
En segundo lugar, hoy levantaría oleadas de reprobación el hecho de que la caricatura se dirija a una mami, excluyendo a un papi. Reprobación razonable; así como mami se traga la pastilla, también papi se da la papa.
Pero lo más anacrónico de la letra de la canción es la división entre jóvenes y viejos, vehiculizada por las quejas de mami respecto de la juventud y los cambios (“Kids/Things are different today”). Hoy somos todos jóvenes mientras pueda no mostrarse lo contrario. El propio Jagger, ya septuagenario, desmiente con el ejemplo de su vida, que envejecer sea necesariamente una mierda, como la canción repite (“What a drag it is getting old”).
Tanto da, en el presente, el tipo de droga que consumamos; las utopías pertenecen a una época perimida. Independientemente de nuestra edad, consumimos la música disponible en internet –ese es el límite; incluso, y especialmente, si creemos que lo que está ahí es el total de lo existente. Usamos todos el mismo tipo de ropa, la que encontramos a la venta. Tanto da si el dedo que ordena la comida para el delivery pertenece a mami, papi o nene. El sujeto del discurso masivo en el capitalismo de la liquidez, es un plural de individuos intercambiables y mutantes, flexibles para la mayor conectividad.
La sombra de una duda
El análisis más elemental de la narrativa de “Mother’s Little Helper” (la protagonista va aumentando las dosis hasta morir) sugiere que la muerte es el castigo que ella recibe por su mala conducta.
Ahora bien, si empastillarse la saca a mami del dolor, es porque le produce placer. Un placer tan auténtico como el que encontrarían sus hijos adolescentes en el consumo de drogas psicodélicas. Puesto que el placer, en sí mismo, es amoral. Y si existen personas que se entregan, gustosas, al juego erótico de la esclavitud en la domesticidad, es por el goce que ello les reporta. Incuestionable como tal, mientras tenga lugar entre adultos que consienten.
Por otra parte, el punto de vista según el cual la vida cotidiana de una madre de familia dedicada a las labores del hogar sea un desierto de aburrimiento resulta, por lo menos, cuestionable. La canción da por sentado que mami querría otra vida, aunque no se menciona cuál, ni si ella lo sabe. Se supone que a ninguna mujer puede gustarle permanecer en el hogar atendiendo a marido e hijos. Se afirma que la búsqueda de la felicidad en la vida doméstica es un embole (“The pursuit of happiness is just a bore”).
Habría que encuestar a las mujeres que todavía pueden dedicarse al hogar sin verse compelidas a la lucha por la supervivencia y a la loca carrera por ese fantasma llamado triunfo personal -e incluso a estas últimas- para conocer su opinión de la domesticidad.
En todo caso, el “coming out” de las mujeres en la sociedad, como ha tenido lugar en el último medio siglo, debe analizarse como un mandato del mercado, tanto o más que el fruto de alguna ideología liberadora. Vale la pena recordarlo especialmente en nuestro presente saturado de dictámenes sobre la corrección.
Coda
Es lógico sospechar que el principal motivo por el cual Mother’s Little Helper no se encuentra entre las canciones más escuchadas hoy, es su denuncia contra la mega-industria médico-farmacológica, o biopoder, en cuyas manos estamos -en gran medida.
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